Se han cumplido diez años, desde aquel siete de febrero de 2002, cuando el Sr. Arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo Vallejo vino a nuestra ciudad, para bendecir la nueva casa hermandad que Oración en el Huerto había remodelado sobre la anterior.
Fue un acto sencillo, lleno de emotividad y alegría para todos los que nos encontrábamos allí, siendo testigos de cómo un nuevo ámbito eclesial estaba listo para ser utilizado para la gloria de Dios. Un nuevo edificio, en el cual, los cristianos cofrades, fieles a la Iglesia local y universal, convertirían este lugar en faro que ilumina las sombras que nos acechan y ensanchan el corazón para acoger la Palabra de Dios que cambia el mundo.
Un edificio destinado por entero a que el Evangelio sea la norma de vida de todos aquellos que moren en este lugar de encuentro, entre hermanos, hijos de un mismo Padre y una misma Madre, que es la Iglesia.
Aquel siete de febrero, el misterio de Dios se hizo realidad bajo un techo con paredes. Lo que era frío, el Espíritu de Dios lo insufló de calor con sus llamas penetrantes y amorosas, para que aquellos que estén bajo ese techo, resguardados por sus paredes, se transformen en nuevos evangelizadores, en un mundo donde los valores cristianos están difuminados e infravalorados. Lo que era un espacio común, ordinario, con la bendición de Dios por medio de sus ministros, se sacralizó, dotando a ese espacio de una vida y un espíritu, para que la presencia de Dios en todos aquellos que se ubiquen en él, se transfiguren en cristianos que den testimonio del Reino de Dios en la casa Tierra.
En toda casa que se precie por cristiana, no puede faltar la devoción a María Santísima, sería como ser hijo sin tener madre. La Santísima Virgen María en su advocación de los Dolores, está en esta casa hermandad tan presente en sus hijos, que los mismos cimientos de este edificio sacro, no se mantendrían en pie, sino fuera por el amor que se profesa a tan excelsa madre.
La casa hermandad de Oración en el Huerto se convirtió aquel jueves de febrero en un campo al aire libre, cercado de vallas, donde Cristo y sus discípulos se retiraban a la oración y la contemplación del misterio de Dios. A partir de ese luminoso día, todos los hermanos de esta antigua Hermandad podían tener el privilegio de compartir con su Maestro, el mismo escenario bíblico que se narra en los Evangelios, llamado Getsemaní.
Que todos los que nos reunimos en nombre del Señor, hemos nacido de una misma fuente bautismal y participamos de una misma mesa, crezcamos juntos para formar un templo vivo espiritual y aumentemos nuestro amor cristiano.
Lorenzo Nieto Frutos
Párroco y Director Espiritual