Foto: @cs_hermenegildo
26 de agosto de 2019
Sr. D. Antonio José Moreno Plaza
Hermano Mayor de la Antigua Hermandad de María Santísima del Rosario y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto y Nuestra Madre y Señora de los Dolores.
Dos Hermanas.-
Queridos Hermanos: Paz y bien.
Tras doce años en Dos Hermanas, ha llegado el momento de vincular mi destino a otra Comunidad: Residencia Amigó de Burgos. Los religiosos nos debemos a la Obediencia y, por tanto, allí nos iremos muy gustosos, a donde la Obediencia nos envíe.
Por supuesto que quedarán en mi corazón muchas cosas buenas que he vivido aquí en estos doce años de presencia. Una importante será el recuerdo de vuestra Hermandad.
Estuve presente en vuestros cultos: 2012: 17, 18 y 19 de septiembre: En esos días os recordaba:
Que la fe sea compañera de vida, compromiso a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo.
Os invitaba a alcanzar este objetivo: «Confirmar nuestra fe rectamente expresada» (Pablo VI), «redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada» (Benedicto XVI).
Insistía en otro aspecto: Sed testigos del Reino desde la palabra. Nuestros pastores piden frecuentemente que las Hermandades sean cauce de formación cristiana, no sólo para con los propios hermanos, sino también para con todos los demás. Sé que tenéis cauces de formación en la propia Hermandad, pero hay que ver hasta dónde llega y a cuántos llega esa formación. Sin sólida formación en la fe, no se cumplirán los objetivos que tenéis marcados en vuestras propias reglas.
Y en ese camino de la vida, que no nos falte nunca la mirada a Nuestra Madre, la Virgen de los Dolores. Ella sufrió en su acompañamiento al Hijo, pero es también la Reina de la alegría. Sus dolores, no lo olvidemos, terminan con la Resurrección de su Hijo. En nuestra fe orada le decimos y nos decimos: Reina de Cielo, alégrate, porque el Señor a quien has merecido llevar, ha resucitado según su Palabra. Ruega a Cristo por nosotros.
Mirando a María, unidos a Ella, queremos vivir este mensaje de alegría, de paz y gozo interior que nos mantiene en las luchas de la vida y nos motiva para ser testigos de la Buena Noticia del Reino.
2014: 11, 12 y 13 de septiembre:
Según palabras de San Juan Pablo II en la exhortación apostólica Familiaris consortio, la familia no es la suma de las personas que la constituyen, sino una «comunidad de personas» (cf. nn. 17-18). Y una comunidad es más que la suma de las personas. Es el lugar donde se aprende a amar, el centro natural de la vida humana. Está hecha de rostros, de personas que aman, dialogan, se sacrifican por los demás y defienden la vida, sobre todo la más frágil, más débil.
2015: 10, 11 y 12 de septiembre:
Me acerco a vosotros con preocupación. ¿Cómo ayudarnos unos a otros a venerar a nuestra Madre? ¿Cómo sentirla cercana, compasiva, maternal, para que, como ella, seamos fieles a la voluntad divina? Hay que encararlo con humildad, con acogimiento interior, sintiendo nuestra filiación como gracia divina.
Tenemos mucho andado siendo hermanos en esta Hermandad. Pero se necesita un paso más. De nada servirá esta pertenencia, si nuestras obras no respaldan esa decisión de acercarnos a la Madre con un sentido de fidelidad, de amor, de empeño en dejarnos llevar de su mano para vivir la mejor experiencia: estar, vivir y seguir a su Hijo en todas las circunstancias de nuestra vida.
2017: 7, 8 y 9 de septiembre: 2018: 6, 7 y 8 de septiembre:
En estos dos años nuestra reflexión recayó en los siete Dolores de Nuestra Madre. Que con ese acompañamiento sintamos su fuerza, su apoyo, su empuje, para que llevemos adelante nuestra vida como ella lo hizo.
Os tendré siempre presentes en mi oración. Que el Señor os bendiga y guíe en la fidelidad a la fe, en la plena confianza en el Jesús que nos enseña la fortaleza en la Oración en el Huerto, en medio de las adversidades de la vida.
Recibid todo mi afecto, mi cariño y mi ánimo. Que nuestra Hermandad sea siempre apoyo firme para dar sentido a la vida y, desde ahí, ayudar a aquellos que se relacionen con nosotros, a profundizar en orientar adecuadamente la propia vida.
Unidos en el seguimiento de Jesús, y apoyados en la protección maternal de Nuestra Madre de los Dolores, recorramos el camino de nuestra peregrinación.
P. Sisinio Bravo González, T. C.